De dónde venimos

La influencia de la familia y demás personas cercanas es lo que marca la infancia, adolescencia y los primeros años de la vida adulta de cualquier persona. En esos años es cuando formamos nuestra visión del mundo y nuestra personalidad.

Con respecto a la educación financiera, cada uno empieza aplicando las cosas que ha aprendido en casa y, a veces, en el colegio.

Si la familia es manirrota, sus miembros gastarán todos los ingresos, incluso llegando a pedir prestado para poder seguir adelante con sus gastos. Si la familia es ahorradora, sus miembros tenderán a gastar menos de los que ingresan. Y así con todos los tipos de familia que puede haber (inversores, empresarios, trabajadores, gente humilde, gente acomodada, etc.).

Yo vengo de una familia humilde. Mi padre trabajaba en el mar y mi madre era ama de casa. Crecieron en la postguerra y supieron lo que era la necesidad. Ambos tenían solamente los estudios primarios, aunque mi padre hizo algún curso de capacitación en su trabajo. En los 60 se mudaron del pueblo a la ciudad y allí se establecieron. A principios de los 70 compraron un piso y desde ese momento se dedicaron a que sus hijos estudiasen y se sacasen una carrera universitaria. En aquel entonces, la mayoría de familias humildes quería que sus hijos fueran a la universidad y pudieran estudiar, cosa que ellos nunca pudieron hacer. Pensaban que eso iba a garantizar el futuro de sus hijos.

Mis padres siempre se dedicaron a ahorrar. Siempre cuestionaban el comprar cosas nuevas a las que no le veían un sentido inmediato. Yo heredé la ropa de mi hermano mayor, como en tantas otras familias de los 70 y 80. Aún recuerdo cuando a principios de los 2000 tuvimos que convencer a mi padre de que a la hora de comprar un coche nuevo éste contase con ABS, con el sobreprecio que llevaba incluido. Sin embargo, todo lo que tuviera que ver con la alimentación y los estudios de sus hijos iba a fondo perdido. Nunca tuve un problema para que me comprasen un libro, o material escolar o algunos de esos primeros fascículos de alguna serie documental que vendían en el kiosco.

En cuanto a su relación con los bancos, tenían una idiosincrasia muy extendida en su generación. En la segunda mitad del siglo XX la economía era muy local. No había centros comerciales, lo más parecido eran las galerías comerciales que se podían encontrar en cada barrio de cualquier ciudad de tamaño medio en los 70. Cuando querías comprar comida, ibas a la tienda de alimentación que correspondía (la carnicería, la pescadería, la frutería, la panadería, los ultramarinos, etc.). Y todas estaban en el barrio. Al menos en mi zona no había muchos supermercados. Si querías comprar un televisor, ibas a la tienda del barrio que vendía electrodomésticos. Lo mismo con las zapaterías, los oftalmólogos y dentistas, los bares, la farmacia, etc. A donde quiero llegar es a que todos esos negocios eran pequeños y acababas entablando una relación personal con los dueños. Tácitamente se establecía un acuerdo en el que «yo te compro la mercancía o servicio pero si tengo algún problema te encargas personalmente».

Este tipo de relación se establecía también con la sucursal de tu banco. Mi padre conocía a dos o tres personas de la sucursal a los que saludaba por la calle e incluso con los que llegaba a tomar un café de vez en cuando en el bar. Al ir a la sucursal le atendían en ventanilla esas mismas personas y si tenía algún problema ellos se lo solucionaban o le decían lo que tenían que hacer, incluso aunque fuera un asunto que no afectaba directamente al banco. Había una relación de responsabilidad personal.

Con todos estos antecedentes, la educación financiera que nos inculcaron a sus hijos fué:

  • Se debe ahorrar todo lo que se pueda. No se puede gastar en aquello que no se necesita.
  • No se debe pedir prestado, nunca. Recuerdo cuando, teniendo yo 8 o 9 años, el bollicao había subido 5 pesetas y llevaba el dinero justo. La tendera, por ser cliente habitual, me dió el bollicao igual y me dijo que «ya se lo daría otro día». Al salir de la tienda se lo dije a mi madre, la cual me dió las 5 pesetas y me obligó a volver a entrar a darselas a la tendera.
  • El dinero debe estar en activos garantizados, generalmente cuentas a la vista y depósitos a plazo fijo. El dinero cuesta mucho ganarlo, no se debe perder.
  • No se debe poner el dinero en nada que no se entienda.

En la siguiente entrada profundizaré en estos puntos.

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